Sofía Rojas estudia en el colegio San Mateo, de Osorno, y la Olimpiada Matemática Femenina Europea (EMGO 2019) es su primera experiencia representando a Chile en el plano internacional. 

“Esperaba que fuera una competencia más concreta: ir a dar la prueba, conocer los puntajes y nada más, pero es mucho más que eso: uno se relaciona mucho con personas de todas partes del mundo, en el desayuno o el ascensor, pero también en el tiempo libre. Podemos jugar, conversar y conocer personas que también gustan de las matemáticas. Se abre un mundo”, explica.

¿Cómo te acercaste a las matemáticas olímpicas?

En Osorno, estoy en el colegio San Mateo desde octavo básico. Antes de que yo llegara, una profesora comenzó una academia de matemáticas y fue quien comenzó a vincularme con las olimpiadas matemáticas, principalmente regionales e interregionales, además de un encuentro que organiza la Universidad de La Frontera, que es lo más lejos que habíamos llegado. Fue ella, Gleny Acevedo, quien nos relacionó con la prueba selectiva para venir a la EGMO.

¿Vivir en región implica un mayor desafío para estar en olimpiadas?

Es complicado ser de provincia y poder relacionarse con el resto del mundo. Existen instancias como en entrenamiento matemático femenino en Santiago, en la Universidad Católica, pero son opciones que uno no tiene en regiones. Es difícil no tener ese apoyo siempre.

Pero, por otra parte, uno siempre tiene que intentarlo, no puede quedarse fuera de las cosas por sentir que no tiene las mismas oportunidades, porque en esto hay mucho de esfuerzo personal; no siempre donde uno vive va a haber instancias externas de entrenamiento donde poder mejorar: pero una tiene que buscar material y avanzar por sí misma.

Estás en tercero medio ¿te gustaría seguir compitiendo?

Si claramente. Antes de venir pensaba que en la prueba selectiva había tenido suerte. Ahora sé que soy capaz de hacerlo de nuevo, esforzarme por lograrlo y participar en otras olimpiadas.

¿Quieres agradecer a alguien en especial?

A la profesora que inicio la academia en el colegio, Gleny Acevedo, que me dio la base de todos los conocimientos que tengo ahora y que me incentivó a participar en olimpiadas