EN MEMORIA DE VIRGINIA FARIAS

2010-08-30 Virginia llegó a la Universidad el 1 de Junio de 1977 y no la dejó hasta el día de su muerte, el 4 de Julio de 2010. Por aquellos días de 1977, nuestra Facultad aún no había nacido. Existía un Instituto de Matemáticas que comenzaba a desarrollar de manera incipiente la investigación en nuestra ciencia, unida a la ya importante carga docente.
Virginia fue creciendo al mismo tiempo que nuestra institución. El Instituto, deviniendo Facultad, en una época en que ningún profesor usaba procesadores de texto, descansaba en la pericia de secretarias expertas en la mecanografía matemática para la producción de artículos y apuntes docentes. Virginia se transformó en una de esas expertas y pasó a ser Secretaria Coordinadora de la Central de Publicaciones.

Poco a poco, la Facultad creciendo, Virginia aprendía más y más de las diferentes funciones académicas a las cuales debía ayudar. Su perenne sonrisa devino el rostro acogedor con el cual alumnos y profesores se topaban al acercarse al Departamento de Matemáticas, del cual fue secretaria entre los años 1990-1995. Por ese entonces, la revolución informática había conquistado lugares en la Facultad, muchos profesores ya usaban procesadores de texto, otros permanecían apegados a las viejas tradiciones entregando sus trabajos a las secretarias avanzadas que ya manejaban esos programas. Fue el caso de Virginia quien, entendiendo los nuevos tiempos que venían, aprendió a usar el lenguaje LaTeX y se convirtió en un auxiliar imprescindible para muchos colegas.

Esa actitud era típica de Virginia. Nunca dejó de aprender algo. Estaba feliz con su trabajo en la Universidad porque lo sentía como una fuente inagotable de conocimientos nuevos. Su trabajo prolijo, su dedicación a la tarea, la llevaron al cargo de Secretaria del Decano entre 1995-2004 y luego al de Secretaria de la Subdirección Administrativa hasta que un día un examen médico reveló el avanzado estado de su cáncer.

En los últimos años de su vida, mantuvo un contacto permanente con nuestra Facultad. Apreciaba cada visita que se le hacía y uno se sentía inmediatamente integrado a esa familia que había formado con Gonzalo Martínez y sus tres hijos, Carlos, Pablo e Iván. Su aprendizaje último estaba ligado a la tierra: plantas, hortalizas, jardines, árboles frutales. Aquellos tesoros simples impregnados de una sabiduría venida desde el fondo de las edades. Así, calladamente, Virginia Farías Contreras, nuestra querida Virginia, se fue entregando a la tierra, prolongándose en sus hijos, dejándonos a todos una enseñanza de vida.

Las instituciones, obras humanas colectivas, no se reducen a sus edificios o a sus productos, sino que al rastro que en ellas dejan las innumerables vidas que las habitaron y las construyeron. Nuestra Facultad lleva en sí la huella de Virginia.